jueves, 6 de marzo de 2014

Recuerdos agridulces

 
Todavía no he conseguido quitarte de mi cabeza, todavía te sueño, te recuerdo, te veo en todas partes, tus olores, tus sabores, tus colores. Me acuesto y miles de imágenes bombardean mi cabeza, estás ahí, estáis ahí, no os podré borrar nunca, ni aunque pasen miles de experiencias nuevas. No es la primera vez que esto me pasa y sé que el recuerdo no se irá, a veces te veo borrosa, a veces despareces por un instante y creo (ingenua de mí) que conseguí olvidarte. Miro tus fotos, frágil reflejo de lo que en realidad eres; tú eres mucho más, tú eres alguien a quien nunca terminaré de conocer, y ese imposible me duele, me quema.

Miro esos vídeos una y otra vez, miro tus fotos, pero por alguna extraña razón no consigo leer por completo las memorias que escribí estando contigo. Cada vez que empiezo la tristeza me invade de cabeza a pies, es más, diría que es una tristeza que se me escapa, trascendiendo mi cuerpo físico. Hoy te volví a mencionar, a todo el mundo le hablo de ti, siempre parece buen momento para nombrarte. Después de dejarte atrás me siento distinta, algo cambiaste dentro de mí, no puedo evitarlo, me dejaste huella, eres mi tatuaje espiritual. Quiero volver a verte, la distancia nos separa, lo sé, y tú no puedes moverte, tendré que buscarte, cuando tenga tiempo y dinero sabes que lo haré, pero también debo rehuir fuerza en el alma, todavía se escurren las lágrimas por mis mejillas si pienso en verte.

Yo moriré y tú serás eterna, todo lo eterna que sea la Tierra. Verás pasar a millones de nosotrxs, verás como nos queremos, como nos odiamos, como nos besamos a escondidas, como lucimos nuestras armas en plena calle, como nos transformamos, como nos ilusionamos por vivir y como nos asustamos ante la idea de morir.

A veces nos cruzamos con nuestro destino interior (el que marcamos desde nuestros deseos y no desde el miedo) y le damos la espalda, no queremos aceptar que algo bueno nos esté pasando a nosotrxs. Sin embargo, otras veces nos dejamos fluir y todo encaja, le encontramos sentido a nuestra vida, respiramos hondo, y cuando exhalamos lo dejamos pasar; pero sabemos que por un instante estuvo ahí, el sentido de nuestra existencia. Gracias por haberme podido sentido en ese aquí y ahora, gracias por haberme sostenido en la vida, gracias, tu recuerdo no será en vano.



2 comentarios:

  1. IMPRESIONANTE. sabes va pasando el tiempo, y creo q cada vez te entiendo mas...Se q las montañas del tibet y la playas del sur nos esperan!! :)

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  2. Claro que sí. No paro de visualizarme allí en sueños, y en mucho de ellos siento que me salgo del cuerpo, es una pasada.

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