sábado, 17 de octubre de 2015

La masculinidad negada

La masculinidad siempre me fue negada, y cuando descubrí la posibilidad de que formara parte de mi vida intenté apartarla de mi camino.


Quién puede pensar en que hay algo positivo en la masculinidad cuando siempre te has rodeado de tíos cis privilegiados machos? La masculinidad fue por mucho tiempo sinónimo de machirulismo, muchos años negando su existencia subversiva, muchos años negándome mi propia identidad. Qué traería la masculinidad a mi vida? Me convertiría en un macho? Sería otro capullo más?
Me aferré a lo femenino como resistencia, creé mi propia feminidad, reivindiqué el ser mujer, pero a mi manera, me inventé un montón de posibles identidades femeninas,  en algunas me sentí más a gusto que en otras. Ahora me cuesta saber cuales decidí yo y cuales me fueron impuestas. Pelo largo, tacones y vestidos siempre fueron premiados en mi entorno, el refuerzo fue muy fuerte. Pantalones anchos, ropa grande y pasar del maquillaje fue castigado o careció de premio alguno. Y así crecí, con miedo a ser yo y a perder su cariño.
Pero vinieron las crisis, y dejar de depilarse, y cortarse el pelo, y encadenarme para más tarde volverme a liberar, y raparme la cabeza, y sentir el apoyo del grupo, y encontrar mi espacio, un lugar donde ser yo, ser yo misme más allá de lo que fui, más allá de como me dijeron que debería ser.

Y agradezco infinitamente que en mi vida se cruzaran personas que reivindican su masculinidad desde lugares subversivos. Gracias a elles sé que otras masculinidades son posibles, que no es lo mismo la masculinidad hegemónica que las masculinidades revolucionarias. Aprendí que mi expresión de género no tiene que ser igual a mi identidad. Que mi masculinidad no tiene que ser machirulismo, que no seré mi padre, que reniego de su herencia masculina, que ni seré la bella flor que un día pensó que sería, y que tampoco me convertiré en ese rudo macho que anheló.

sábado, 3 de octubre de 2015

Y volar



Y volar por encima de mis miedos, y sentiros cerca, y sentirme vive, y creer que podemos cambiar el mundo, aunque sea sólo en un instante. Y que me tiemblen las piernas, y que me olvide del guión, y que me olvide hasta de mi cuerpo, bueno, mejor dicho, que me olvide de las presiones y los estigmas sobre mi cuerpo, los que me imponen, los que me impongo. Y creí ser libre, y volar, y parar el tiempo, eterno y fugaz su fundieron esa noche, el recuerdo eterno de un momento fugaz.
Y volver a creer en mí, aunque a veces piense que no me lo merezco, aunque todavía resuenen las palabras, sus palabras. Y levantarme de nuevo, y que me crezcan alas, y ser mariposa, y volar, y volar sole, y volar juntes.
Y devolverle la sonrisa a aquella niña de 10 años, que aprendió que su cuerpo era demasiado, demasiado grande, demasiado gordo, que todavía llora, que aún no entiende por qué tuvo que cambiar, por qué aquel médico asqueroso le imponía su miedo y sus dietas. Y me conecto con ella, y le prometo que no me rendiré, que no será tan fácil, que estamos en red, que crecemos juntes. Y me empodero junto a ella, recordando cuando le llamaron travesti por llevar falda y tener bigote, ella y yo estuvimos juntes hoy gritando "sí, somos travestis, ¿qué pasa?"
Y atesorar esta noche para siempre, de esas que guardas en el cajón de "no olvidar" y "recordar en momentos de bajona". Y perdonarme por no ser perfecte, y dejar de machacarme, y volver a creer en mí, y volver a creer en el grupo, y en la fuerza de las brujas (y lxs brujxs). Y agradecer que estuvierais allí, y que vuestras miradas fueran el motor de todo, y que vuestras sonrisas me llenaran de lágrimas, de emoción, de conexión, de momentos bonitos. Y también pensaros a les que estáis lejos, os pienso a cada une de vosotres, y os imagino allí, y os imagino aquí, imagino que la distancia no existe, que nos fundimos en un abrazo.
Y sonó nuestra canción, y la tuya, y la mía, y me acordé de tí, de vosotres, y me acordé de los momentos de llorar y de los de no parar de reír. Y entonces cerré mis ojos, y sentí elevarme, y volar, y no ser materia, y fundir mi alma con vuestras almas, y volar más alto. Y no tener miedo ya a decir que os pienso mucho, que os sueño, que os siento cerca cada vez que miro a la luna.
Gracias a quienes hacéis posibles las revueltas de lo cotidiano, a quienes subvertís desde vuestros cuerpos, desde vuestras vidas, a quienes hacéis de la revolución una compañera de viaje en la vida. Gracias por existir.