jueves, 20 de junio de 2013

Mi propia enemiga



Llevo años luchando el tema de las relaciones, insistiendo en que la revolución empieza por una misma, que se expande desde nosotras, desde nuestras propias comunidades y que sale a la calle de manera inevitable. Y no sé cómo, bueno, si que lo sé, pero es una mierda que no quiero aceptar, pero un día bajas la guardia y te conviertes en quien criticas y odias. De repente llega un día en el que te sientes poderosa, te ves rodeada de gente que piensa como tú, que te dan la razón, piensas que tienes motivos suficientes, que estás harta de ser una blanda y una niña buena, te autoconvences de que el otro bando está ahí para fastidiarte y que tú a ellxs les das igual, decides ponerte firme y eso no está mal del todo, luego empiezan las bromas, las notas, las malas caras, la distancia, se pasa el límite del que no puedes volver atrás. Entonces pasa que os miro a los ojos y no puedo evitar llenar los míos de lágrimas, son demasiados recuerdos, demasiadas emociones, demasiadas vivencias en pocos meses, casi no nos conocemos y nos conocemos demasiado, el frío y la necesidad nos unieron, pero de ahí crecieron sentimientos sinceros de compartir y crear, crear de la nada, de cero, de la mugre y lo inhóspito nació un hogar.

Pero todo esto pasó, ahora nada volverá y solo nos queda aprender, pensar sobre como dejamos que pasara, como la falta de comunicación nos dejó frías y distantes, nos dejó sin comunidad, no supimos afrontarlo a tiempo, se nos fue y ya no conseguimos atraparlo sin que nadie saliera herida. Ahora solo queda aprender a no volver a ser así, a no coger poder, a no aprovechar el poder de ser más, a no crear grupos de poder, a que tener la razón (o creer que la tienes) no te da derecho a machacar a nadie, a que aunque alguien haya tenido comportamientos chungos no me da derecho a ser una chunga y a hacer daño, sobretodo hay que aprender a hablar desde el cariño, desde ese cariño que se perdió y que entre lágrimas y abrazos volvió pero que no fue suficiente para solucionar nada. Ahora solo nos queda el presente y mirar si en ese futuro estamos juntas, sólo depende de nosotras, sólo depende de lo que queramos y podamos. Aún así, quiero destacar que aunque nunca volviéramos a vernos mereció la pena estos meses juntas. No hay que bajar la guardia, tú puedes convertirte en aquello que odias si no le prestas atención, algo dentro de mí quería decirme que no lo estaba haciendo bien, pero preferí apagar mi conciencia y no le hice caso. Hay que escucharse más, sentirse y sentir más, empatizar con lxs demás es también quererse a una misma. Aprender duele y yo ahora sé más que nunca

lunes, 3 de junio de 2013

Bailando con lobas

Buf. Hace tiempo que tengo ganas de escribir, pero pasa que se me pasa el tiempo volando, viviendo, riendo, abrazando y soñando. Y así, de repente, me doy cuenta que llevo más de un mes sin poner lo que siento en palabras.

El mes pasado estuve en un encuentro de mujeres y la verdad es que desde entonces vengo con las pilas cargadas, aprendí y compartí muchas cosas que ahora forman parte de mí. A pesar que la palabra "mujer" pueda suponer un peso para mí, comprendí las distintas formas de verse y sentirse "mujer" para otras, eso sí todas me dejaron un buen sabor de boca. Algo común a todas, algo que no escapaba dentro de nosotras es esas ganas inmensas de cambiar nuestra realidad, de deseducarnos, de reeducarnos, de redefinir nuestra posición social, de recuperar lo que nos quitaron, de redescubrir nuestros cuerpos sin culpas, sin tabús, sin agredirnos ni mutilarnos, siendo dueñas de nuestro placer, dejándolo todo en nuestras propias manos y no confiándolo a un sistema heterofalocéntrico. En esos días aprendí a escuchar mejor, a empoderarme, a mirar a los ojos y hablar desde dentro, desde lo que tenía callado y necesitaba decir. Aprender a no juzgar es algo que también aprendía allí, aunque esto que me está costando más de lo que yo pensaba, es mi tarea pendiente, es tan fácil caer en juicios y coger una posición de seguridad/superioridad que bajarse de ahí es complicado. Vivo muy bien en mi círculo de iguales, pero compartir esos días con "mujeres" diversas me ha ayudado a ampliar mi mente, a no cerrarme, a aprender a escuchar pensamientos diferentes. Me gustó como fluyó todo, como nos organizamos, como colaboramos, como se resolvimos los momentos de tensión, como creamos espacios, fue muy bonito.

Con todo esto me di cuenta, después de pasarme mucho tiempo rodeada de personas socializadas como hombres, que estar entre "mujeres" me cuesta, pero el esfuerzo merece la pena, es brutal como estando en este lugar entre todas fuimos construyendo conocimiento a través de nuestras propias experiencias. Con más o menos dureza todas hemos sufrido agresiones en este sistema patriarcal, pero yo me niego a reconocerme como la sociedad quiere vernos, como víctima indefensa que necesita protección de su maldita policía o de un marido bondadoso. En este sentido no soy una víctima, soy una superviviente, me niego a quedarme en el rol de débil y pobrecita. Me siento SCUM y ni tú ni nadie me va a obligar a que piense diferente o que oculte lo que pienso. En un mundo que me agrede y quiere callarme, yo quiero gritar, pegar, usar tijeras y juntarme con otras locas como yo que quieran hacer lo mismo. Nos habéis tocado demasiado las narices, ya estamos hartas, nos estamos empoderando, nos estamos juntando, y sí, estamos conspirando contra vosotros, aunque no es lo único que hacemos, no sois nuestro universo. Somos brujas malas, feas, gordas y con pelos en las piernas, pero sin pelos en la lengua.

Si tú también estás harta coge las tijeras, sirven como arma defensiva, pero sobretodo sirven para cortar con todos los prejuicios y estereotipos que se nos imponen. Cortemos nuestras etiquetas y prendámoles fuego.