Te miro y me veo, eres mi
espejo, eres mi reflejo del pasado; eres yo, yo soy tu futuro, somos
una. Somos una, una dividida en millones; somos una, una que sufre,
que calla, que miente, que se miente a sí misma; somos una, una que
oculta, que engaña, que se engaña a sí misma; somos una, una que
llora, que llora de rabia e impotencia. Somos una y lo sabes, por eso
no me hablas, soy la voz de tu realidad aunque esté callada, mi
cuerpo mutilado recuerda tus heridas abiertas y no quieres verlas, la
sangre y las lágrimas han cegado tus ojos. Somos iguales pero no
quieres reconocerlo, tenemos el peso de la HIStoria aplastando
nuestras espaldas sin dejarnos caminar, nos arrastramos, su HIStoria
oprime nuestros pechos para impedirnos coger aliento, jadeamos, no
respiramos.
Eso no es cariño y lo
sabes, eso no era cariño y lo sabía, pero sabía que era más fácil
seguir con la farsa que acabar con ella. ¿Porque, quién es la guapa
que reconoce haber estado maltratada durante años llevando la chapa
feminista en la chaqueta? Sé que algún día nos sentaremos hablar,
sé que lo necesitas, yo también, sé que tendré paciencia, ellas
la tuvieron conmigo; y sé que desde sus palabras o desde su silencio
ya me han perdonado, saben que me quité la venda o que a base de
hostias se calló por desgaste. Eso no es cariño, ni afecto, ni si
quiera a ese burdo contacto físico se le puede llamar sexo, tampoco
es apoyo mutuo, ni existe la igualdad; y lo sabes, sabes que no lo
es. ¿Sabes lo que sí es? Es rutina, comodidad, dependencia,
inseguridad, maltrato, agresión, humillación, posesión...
La costumbre y el miedo a
perderlo crean un vacío en el pecho, pero desaparece; desaparece con
el tiempo, desaparece cuando te das cuenta que no estás sola,
desparece cuando empiezas a quererte, desaparece cuando te empoderas,
desaparece cuando le gritas y le dejas claro que es un MIERDA,
desaparece cuando te das cuenta de lo bien que te sienta tu propia
compañía, desaparece cuando te masturbas y te das cuenta que el
placer está en tus manos, desaparece cuando recuperas las amistades
robadas por el CAPULLO, desaparece cuando te dedicas tiempo para tí
y para tus necesidades, desaparece cuando bailas y cantas sin miedo a
parecer una LOCA, desaparece cuando miras a la LUNA mientras tu COÑO
sangra y sientes que formas parte de la naturaleza, desaparece cuando
viajas y ves acercarse un nuevo horizonte, desaparece cuando ríes
sin motivo aparente y la tripa te duele de tanta carcajada,
desaparece cuando afrontas tus miedos sola (sin la ayuda paternalista
de ÉL), desaparece cuando dejas de verlo o cuando le ves le sueltas
una hostia de esas que te dejan bien a gusto, desaparece cuando
sueñas que arde por combustión espontánea (señal de que empiezas
a querer deshacerte de él de cualquier modo), desaparece cuando
encuentras personas con las que conectas o encuentras esa conexión
en personas que ya conocías, desparece cuando disfrutas del sexo con
quien te da la gana sin tener que dar explicaciones, desparece cuando
dejas de ser de ÉL, desaparece cuando te alías con “MUJERES” y
vuestra magia de BRUJAS os hace fuertes, desaparece cuando llamas a
las cosas por su nombre (superviviente, maltrato, agresor),
desaparece cuando tu vida es tan plena que te daría igual morir en
ese instante, desaparece riendo y llorando, desaparece bañándote en
el mar o en el río mientras sientes su corriente infinita,
desaparece cuando entiendes lo efímero de las relaciones, desaparece
cuando (mirándote en el espejo) sueltas una risilla malévola por
haber pensado en como le cortarías los testículos de manera lenta y
dolorosa con unas TIJERAS, al final, desaparece cuando ÉL
desaparece, o por lo menos cuando tú le haces desaparecer de tu
vida.
Espero que algún día
volvemos a hablar, porque tú sabías que ÉL era un CAPULLO y yo no
lo quise ver. Espero que algún día volvamos a hablar, porque yo sé
que ËL es un CAPULLO y te acabarás dando cuenta. Nada es para
siempre
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