martes, 12 de noviembre de 2013

Desaparece (durmiendo con el enemigo parte II)

Te miro y me veo, eres mi espejo, eres mi reflejo del pasado; eres yo, yo soy tu futuro, somos una. Somos una, una dividida en millones; somos una, una que sufre, que calla, que miente, que se miente a sí misma; somos una, una que oculta, que engaña, que se engaña a sí misma; somos una, una que llora, que llora de rabia e impotencia. Somos una y lo sabes, por eso no me hablas, soy la voz de tu realidad aunque esté callada, mi cuerpo mutilado recuerda tus heridas abiertas y no quieres verlas, la sangre y las lágrimas han cegado tus ojos. Somos iguales pero no quieres reconocerlo, tenemos el peso de la HIStoria aplastando nuestras espaldas sin dejarnos caminar, nos arrastramos, su HIStoria oprime nuestros pechos para impedirnos coger aliento, jadeamos, no respiramos.

Eso no es cariño y lo sabes, eso no era cariño y lo sabía, pero sabía que era más fácil seguir con la farsa que acabar con ella. ¿Porque, quién es la guapa que reconoce haber estado maltratada durante años llevando la chapa feminista en la chaqueta? Sé que algún día nos sentaremos hablar, sé que lo necesitas, yo también, sé que tendré paciencia, ellas la tuvieron conmigo; y sé que desde sus palabras o desde su silencio ya me han perdonado, saben que me quité la venda o que a base de hostias se calló por desgaste. Eso no es cariño, ni afecto, ni si quiera a ese burdo contacto físico se le puede llamar sexo, tampoco es apoyo mutuo, ni existe la igualdad; y lo sabes, sabes que no lo es. ¿Sabes lo que sí es? Es rutina, comodidad, dependencia, inseguridad, maltrato, agresión, humillación, posesión...


La costumbre y el miedo a perderlo crean un vacío en el pecho, pero desaparece; desaparece con el tiempo, desaparece cuando te das cuenta que no estás sola, desparece cuando empiezas a quererte, desaparece cuando te empoderas, desaparece cuando le gritas y le dejas claro que es un MIERDA, desaparece cuando te das cuenta de lo bien que te sienta tu propia compañía, desaparece cuando te masturbas y te das cuenta que el placer está en tus manos, desaparece cuando recuperas las amistades robadas por el CAPULLO, desaparece cuando te dedicas tiempo para tí y para tus necesidades, desaparece cuando bailas y cantas sin miedo a parecer una LOCA, desaparece cuando miras a la LUNA mientras tu COÑO sangra y sientes que formas parte de la naturaleza, desaparece cuando viajas y ves acercarse un nuevo horizonte, desaparece cuando ríes sin motivo aparente y la tripa te duele de tanta carcajada, desaparece cuando afrontas tus miedos sola (sin la ayuda paternalista de ÉL), desaparece cuando dejas de verlo o cuando le ves le sueltas una hostia de esas que te dejan bien a gusto, desaparece cuando sueñas que arde por combustión espontánea (señal de que empiezas a querer deshacerte de él de cualquier modo), desaparece cuando encuentras personas con las que conectas o encuentras esa conexión en personas que ya conocías, desparece cuando disfrutas del sexo con quien te da la gana sin tener que dar explicaciones, desparece cuando dejas de ser de ÉL, desaparece cuando te alías con “MUJERES” y vuestra magia de BRUJAS os hace fuertes, desaparece cuando llamas a las cosas por su nombre (superviviente, maltrato, agresor), desaparece cuando tu vida es tan plena que te daría igual morir en ese instante, desaparece riendo y llorando, desaparece bañándote en el mar o en el río mientras sientes su corriente infinita, desaparece cuando entiendes lo efímero de las relaciones, desaparece cuando (mirándote en el espejo) sueltas una risilla malévola por haber pensado en como le cortarías los testículos de manera lenta y dolorosa con unas TIJERAS, al final, desaparece cuando ÉL desaparece, o por lo menos cuando tú le haces desaparecer de tu vida.


Espero que algún día volvemos a hablar, porque tú sabías que ÉL era un CAPULLO y yo no lo quise ver. Espero que algún día volvamos a hablar, porque yo sé que ËL es un CAPULLO y te acabarás dando cuenta. Nada es para siempre

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