sábado, 3 de octubre de 2015

Y volar



Y volar por encima de mis miedos, y sentiros cerca, y sentirme vive, y creer que podemos cambiar el mundo, aunque sea sólo en un instante. Y que me tiemblen las piernas, y que me olvide del guión, y que me olvide hasta de mi cuerpo, bueno, mejor dicho, que me olvide de las presiones y los estigmas sobre mi cuerpo, los que me imponen, los que me impongo. Y creí ser libre, y volar, y parar el tiempo, eterno y fugaz su fundieron esa noche, el recuerdo eterno de un momento fugaz.
Y volver a creer en mí, aunque a veces piense que no me lo merezco, aunque todavía resuenen las palabras, sus palabras. Y levantarme de nuevo, y que me crezcan alas, y ser mariposa, y volar, y volar sole, y volar juntes.
Y devolverle la sonrisa a aquella niña de 10 años, que aprendió que su cuerpo era demasiado, demasiado grande, demasiado gordo, que todavía llora, que aún no entiende por qué tuvo que cambiar, por qué aquel médico asqueroso le imponía su miedo y sus dietas. Y me conecto con ella, y le prometo que no me rendiré, que no será tan fácil, que estamos en red, que crecemos juntes. Y me empodero junto a ella, recordando cuando le llamaron travesti por llevar falda y tener bigote, ella y yo estuvimos juntes hoy gritando "sí, somos travestis, ¿qué pasa?"
Y atesorar esta noche para siempre, de esas que guardas en el cajón de "no olvidar" y "recordar en momentos de bajona". Y perdonarme por no ser perfecte, y dejar de machacarme, y volver a creer en mí, y volver a creer en el grupo, y en la fuerza de las brujas (y lxs brujxs). Y agradecer que estuvierais allí, y que vuestras miradas fueran el motor de todo, y que vuestras sonrisas me llenaran de lágrimas, de emoción, de conexión, de momentos bonitos. Y también pensaros a les que estáis lejos, os pienso a cada une de vosotres, y os imagino allí, y os imagino aquí, imagino que la distancia no existe, que nos fundimos en un abrazo.
Y sonó nuestra canción, y la tuya, y la mía, y me acordé de tí, de vosotres, y me acordé de los momentos de llorar y de los de no parar de reír. Y entonces cerré mis ojos, y sentí elevarme, y volar, y no ser materia, y fundir mi alma con vuestras almas, y volar más alto. Y no tener miedo ya a decir que os pienso mucho, que os sueño, que os siento cerca cada vez que miro a la luna.
Gracias a quienes hacéis posibles las revueltas de lo cotidiano, a quienes subvertís desde vuestros cuerpos, desde vuestras vidas, a quienes hacéis de la revolución una compañera de viaje en la vida. Gracias por existir.

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